Máquinas, autómatas sin conciencia,
ovejas metálicas, sumisas, sujetas. Un único pastor, dominado a su vez, nadie
ve los hilos, no hay nada que perder. Pues son simples marionetas con falso
aroma a libertad, y el más libre es el más condenado, si piensas no eres de
interés. De la máquina de etiquetado recién salidos, nace el número un millón,
todos iguales creyendo ser distintos, todos dominados por un único ser. Todo
fachada, todo ilusión, se aferran a sus cadenas y a la verdad dicen no, aunque
los ojos les abras, seguirán en su ambición. Su mentalidad es una copia, creada
por un programador, quien mueve los hilos de esa gran nación, donde todos creen
ser diferentes y todos peleles son.
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