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miércoles, 18 de diciembre de 2013

La Puta

Ya está muerta la Puta, dicen por las calles. Se suicidó tras el desplante de su último cliente. El dinero ya no le servía para curar sus males. Se murió la Puta, tras vender sus ideales.

La vistieron de seda para que pareciera que seguía viva, movieron su boca y sus manos, siguieron vendiéndola al mejor postor. Ni muerta pudo dejar de venderse. Un trozo para el señor, otro para el capitán, el más grande para la familia real, que no dudan en compartirla.

Violada incluso tras morir, la venda nadie se la ha quitado de los ojos aún, pero la amordazan, la desnudan cada vez más. La dejan sola ante los gusanos, que se ensañan con su cuerpo. Su alma voló muy lejos.

Y cuando consiguieron sacarla, la llevaron al cementerio. En medio del sepelio, se murmuró su nombre, esculpido en la lápida.

Justicia.

Más de siete

Más de siete leyes de educación en nuestra democracia. Leyes que nacen cada nueva legislatura, vestidas de azul o rojo. Leyes cuya única función es adoctrinar, leyes que pretenden mostrar que ideología es mejor, cuando ninguna lo es.

Leyes que no hacen más que recaer en los mismos fallos, porque su único objetivo es hacer poderoso al gobernante. Y nuestra querida Iglesia sigue pugnando por volver a manipular las cabezas de los infantes, imponiendo religión como asignatura y destrozando cualquier doctrina que nos enseñe a pensar, o nos enseñe tolerancia hacia algo que la "Santa" Sede no aprueba. 

La educación es el único medio para llegar a un futuro prometedor, y si sigue siendo entregada al mejor postor, vamos a seguir siendo una nación de corruptos e ignorantes, donde nuestros propios intelectuales huyen al menor atisbo de libertad, y nos gobiernan unos peleles que solo buscan la defensa de sus ideales, no miran por los intereses reales del pueblo, y usan la educación como un medio para crear más marionetas que ocupen su lugar cuando sus hilos se gasten por el uso.

Vosotros elegís.

¿Títere o Titiritero?

martes, 17 de diciembre de 2013

Hay quienes dirán que...

Hay quienes dirán que con casi 16 años, no ni tengo capacidad para criticar la política, ni derecho a hacerlo. Hay quienes dirán que con casi 16 años no sé nada, que solo soy una niña que no ha vivido una guerra.
Hay quienes dirán que con casi 16 años soy una cría. Que repito las opiniones de los otros. Que soy influenciable, que me dejo manipular por palabras bien adornadas y bonitas imágenes.

He conocido adultos más "críos", más manipulables, ¿Acaso no se creen ustedes lo que ven en los telediarios y en la prensa? ¿En serio creen que todo lo que dicen por los noticiarios no está cargado de mentiras y endulzado con leves toques de la realidad?

Hablo por mí, y por nadie más, cuando hablo contra este gobierno "democrático". Si Pericles, el creador de la democracia, levantase la cabeza, juro que lo mínimo que sufriría seria un infarto. ¿Saben quién es Pericles, queridos lectores? Se estudia en Historia de la Filosofía, una de las asignaturas a las que se le pretende restar importancia. Una materia que nos enseña a pensar, a ser críticos, a alzarnos por nuestros derechos.

Las Artes, otras amigas olvidadas y asesinadas a mano fría por el ministro. Las Artes, que dan alas a la mente y desarrollan la creatividad, que es el motor de este mundo. Sin creatividad, no nacen los proyectos. Sin creatividad, estamos muertos.

Tengo solo casi 16 años, pero creo que cuanto menos debemos estar informados, y no quedarnos quietos cuando nuestro excelso Presidente del Gobierno, decide que medios le preguntan en una rueda de prensa. Si nos atacan con censura, al menos podrían intentar disfrazarla, igual que disfrazan todo. Esconderla igual que todo el dinero robado, y esos sobres tan bonitos que todo el mundo cogió pero que nadie sabía que llevaban. Pensarían que les estaban regalando sobres para promoción, ¿Verdad?

Y nuestra amada Infanta también debió pensar que el dinero crecía de los árboles y que su casa estaba siendo reformada por unos duendecillos muy amables que no le cobraban nada.

Luego encontramos al juez del señor Blesa, que, su señoría, hable si sabe tanto. Si lo que sabe puede tirar abajo todo, dígalo. Todos sabemos que bajo la purpurina hay mierda, lo sabemos muy bien. Lo que pasa es que muchos prefieren seguir poniéndole brillos intentando ocultar su olor.

Tengo solo casi 16 años, y quizás no sepa de que estoy hablando, pero al menos ya he hablado más que muchos que callan, he hecho más que aquellos que se quejan sentados desde el sillón.

Solo tengo casi 16 años, queridos lectores. Y ya puedo ver como es este país.

Cadenas, moribundos y otras formas de manipular

Doy un paro a la poética para hablar sin adornos de algo que no se puede adornar. Es hora de quitarnos la venda.


Dicen que los ojos son las ventanas del alma. 

En el caso de una sociedad, los medios de comunicación son esos ojos, ya que son los que recolectan la información y la transmiten al pueblo. Sin embargo, igual que se maquillan los ojos, los medios de comunicación se manipulan. 

Están infectados de subjetividad y corrupción. Esto es apreciable a simple vista, por ejemplo, cuando hay una manifestación, nunca se repite el número de manifestantes que acuden. Nuestra vida está basada en información. Información que recibimos de internet, de la televisión, de la radio, los periódicos...Y esa información forma parte de nuestra cultura. 

Una cultura que en el caso de nuestra sociedad, está moribunda por despecho. No solo manipulan los medios, sino que nuestra formación en la vida también es manipulada, entrando en un bucle de manipulación sin salida. 

Es cierto que la juventud de hoy en día, a la que pertenecemos, no suele interesarse por la cultura. Hablo, por supuesto, de la mayoría, ya que algunos nos preocupamos de verdad por la cultura, por nuestro futuro, por la educación. 

Porque, la manipulación de la que os hablaba también afecta a nuestra educación, claro. Los libros de texto de preocupan de rellenarnos de información como a pavos en Navidad, sin tener en cuenta nuestras necesidades, simplemente inculcándonos los ideales y errores de otras personas anteriores a nosotros. 

Nos enseñan una historia que fue escrita por el bando vencedor, restan valor a la ética y a la filosofía, e intentan meter la religión a trompicones. Se supone que este es un país laico, libre, donde podemos expresarnos, sin embargo, nos encontramos con censura, con información manipulada, y con que nos quitan las oportunidades de culturizarnos. 

Los jóvenes de hoy en día debemos buscar cultura por nuestra cuenta, en un mar infestado de obstáculos, y muchos ni siquiera lo intentan. Somos el futuro. Un futuro marionetizado por el pasado. Un futuro sin cultura totalmente moribundo enterrado bajo cadenas.

Arte Moribundo

Erase una vez que se era, lo que nunca más será, lo que callaron asustados, lo que nadie quiso escuchar. Una pintura, un relato, una canción y un vídeo, todos distintos, pero todos dicen lo mismo. Todos piden atención, cariño y tesón, ser notados, quizá incluso valorados. Mil testimonios hablan de ellos, pero solo una opinión importa, la que puede destruirte o llevarte a la gloria. Bajo el ojo del mundo esperan el veredicto, la sentencia que decidirá si merecen algo, si realmente sirven. Una suave voz susurra que todos sirven, que da igual que digan los desconocidos, que son válidos, y en ese momento se desvanece todo, solo ellos y su obra, dueños de su virtud, frente a una sociedad crítica e inculta, moribunda por las balas certeras de la ignorancia, una sociedad que no tiene derecho a insultar su trabajo, pues no tienen voz ni voto ante algo que ni ellos han sido capaces de hacer, ya que nunca se atrevieron a expresarse por si mismos, siempre tocaron un mismo son, aprendieron el abecedario y a no salirse de la raya, una raya que terminó estrangulando sus ganas de crear, mandándolos al montón de los que callados castigan a los que se atrevieron a hablar, disparándoles críticas sin fundamento, solo con ánimo de enterrar bajo el barro sus esfuerzos una vez más. 

Pero no os apiadéis de los artistas que claudicaron, ya que el primer tiro lo dieron ellos, al dejarse juzgar por quien no sabe y solo busca dañar. Al dejarse juzgar por nuestra corrupta y cerrada sociedad.

Alas Quemadas

Lleva años escuchando leyendas de héroes que lo consiguieron, meses soñando con hacerlo, pero su fuerza de voluntad flaquea y finalmente sus sueños entierra. Entre suspiros, se obliga a pensar que son solo ilusiones que nunca podría realizar, y mata a la voz que susurra que puede mucho más, pero ella se cree Ícaro, y nota sus alas tirando hacía el mar. No piensa que sus alas no son de cera y plumas, sino que son de sueños, talento y trabajo. Necesita ayuda, necesita un tirón que la saque del hoyo donde su depresión la tiene presa, solo necesita un empujón para tirar lejos sus cadenas. Es su propia carcelera, es ella la que a pedradas rompe sus alas, porque tiene miedo de despegar, tiene miedo de hundirse más abajo y morir sin saber vivir. Quizás es hora de que olvide todo y empiece de nuevo, que olvide volar y camine lejos, hasta encontrar su sitio. Una vez allí, saltará de la colina más alta, con su paracaídas de sueños. Y nadie podrá derribarla.

Rota

Reducida a polvo y sombra, fénix que no renacerá de sus cenizas ahora aguadas, ahogadas en lágrimas no derramadas y promesas de ocasión. Voluntad de hierro oxidado, muñeca rota de trapo, juguete sin vida, instrumento silenciado. Muerta en vida que camina movida por hilos invisibles, que nada puede cortar. Rota por envidias, fracaso y soledad, corroída de asco hacia el mundo, hundida en las brasas aún ardientes de una revolución olvidada. Una revolución que, como ella, nunca renacerá, enterrada desde hace siglos junto a la esperanza, ningún fuego podrá traerles vida, pues el fuego solo calcina, ahoga el agua, destroza el viento y la tierra aplasta.
Mientras que ella está aplastada por la codicia, destrozada por los restos de su libertad perdida, ahogada en el fracaso de sus esfuerzos marchitos, y calcinada por los carbones que quedaron tras el fuego de su pasión.
Enterrada y no muerta, hace años no respira, por miedo a ahogarse en el polvo. Por miedo a inhalar la sombra en la que se ha convertido.

Por miedo a reconocer que es solo el eco de los gritos que dio un día.

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