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lunes, 7 de julio de 2014

El soldadito

Ya murió el soldadito al que nadie pudo callar, aunque cientos trataron de silenciarlo solo un fusil pudo asesinar su voz. Ríos salados se quiebran por su muerte, cayendo por montañas de humana calidez.

Ya murió el soldadito y una voz silenciada le llora, desde el regazo del enemigo sin posibilidad alguna de escapar. Espera entre sollozos la víbora el momento, para al soldadito poder vengar. Nadie lo esperará de la muñeca, aunque por sus mejillas caigan en cascadas de sal todos los trozos de su alma destrozada. Los hilos se mueven veloces limpiando sus lágrimas, incluso si ella no quiere limpiarlas. Nadie teme a la esclava, hasta que el odio corroa sus grilletes.

Entonces se convertirá en soldadita y se unirá al soldadito de nuevo. El soldadito y su soldadita, luchando juntos por la libertad.

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