Deslizó los dedos por sus ojos de medianoche, limpiando la sombra del alcohol y el rímel de soledad.
Coleccionó las infames lágrimas que se atrevían a rozar su rostro, cubriendo de labios cada borrón.
Le hizo un traje de risas y trató de ponérselo a su corazón.
Mil sonrisas gastadas en cada resbalón, tratando de borrar el dolor.
Sabiendo que sus esfuerzos están avocados al fracaso.
Sabiendo que el chico volverá a llenarse los ojos de medianoche.
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