Está podrido. Oxidado. Se hunde en la tierra tirando de tu piel.
Clavas las uñas y se llenan de pez, destrozadas. Sangre y polvo se unen de nuevo. Gritas mudamente luchando por cada respiración.
Golpeas tratando de escapar de tu captor. Hueles su hedor. Te paraliza el miedo, pero le miras a los ojos. Y te ves reflejado. El muerto con anhelos del futuro.
Sollozas. No queda nada más. Despiertas ahogado en las sábanas. Solo otra pesadilla. Te pones de lado.
Inspiras y te golpea su hediondo perfume.
El muerto eres tú.
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