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viernes, 5 de septiembre de 2014

Quemaduras de papel

En un sollozo se hundió, de rodillas, jadeante, mientras trataba de recomponerse.

Se ahogaron las golondrinas de Bécquer en el río salado que caía por su piel. Los ojos se prendaron de la tinta que manchaba el cuaderno.

En pedazos lo destrozó. Y cuando se hundían los retales en el crepitar del fuego, notó que había quemado su corazón.

Se puso la libreta en el pecho. "Te amo. Recuerda. Eso no pueden quitárnoslo". Un latido. Dos.

Luego silencio. Salió de la vida con una sonrisa pintada y los dedos manchados de sentimientos.

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