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martes, 7 de julio de 2015

Café

El café está amargo en mis labios.

Se desliza como un viejo amigo por mi garganta y me promete que nada va a acambiar. No sabe que estoy conteniendo las lágrimas y llevo semanas sin soñar.

Ni siquiera el olor a incienso que mancha mi ropa puede teñirme una sonrisa en la boca; y siento que me muero por dentro. Me odio y odio cada instante que sigo respirando.

¿Qué sentido tiene? El mundo sigue girando quiera o no, y cuando no sea más que un recuerdo agridulce, seguirá moviéndose.

Así que no importa. Puedo seguir caminando sin vida unos años más. Nadie se dará cuenta, ni siquiera tú.

Es mi culpa.

Al fin y al cabo fui yo la que olvidó.

Fui yo la que se engañó pensando en tus labios.

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