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martes, 7 de julio de 2015

Milagros susurrados

Nunca fui un ángel.

Los ángeles no mueren, no sangran. No lloran. No son humanos con alas.
Hace mucho que olvidé como volar.

Paso horas arreglando un alma inexistente, un espíritu que perdió el aliento corriendo por el laberinto de sus decisiones. No puedo ignorar este juego y tampoco quiero.

Acaba de empezar, cariño, ¿Dónde está tu curiosidad? Llámame raro, ciego. Llámame lo que quieras.

Solo te pido otro milagro mientras me esfumo en cenizas. ¿Dije ya que estoy muerto? Recuerdo el gatillo, el respirar de la pistola. El ardor insoportable de tu mano en la mía.

Y la bala en mi pecho.

Un último milagro.

(Recuérdame)

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