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martes, 7 de julio de 2015

Papeles en blanco

Estoy mirando el papel en blanco, los dedos tiemblan otra vez. Ojos extraviados en el laberinto de alguna mente olvidada, dolor de pecho que no se va aunque sude lágrimas.

Una vez más cansada de ser la fuerte; y dos gotas de lluvia se han colado en mis mejillas, dicen que no se van. Las han invitado mis pesadillas. Se abre el jodido suelo otra ves y me estrello de rodillas; quisiera llamarle, romperme para que me alegre con sus idioteces.

Maldita sea, niña, ¿Quieres aprender de una vez? Deja de oír al mundo, sube la música. Márchate. No estoy huyendo, o quizás sí. ¿Acaso a alguien le importa?

Juré no llorar hace años y me rompí hace unos pocos, la maldita presa que nadie se atrevió a arreglar se está secando poco a poco.

Es de esos días de invierno donde tienes los ojos mojados y el alma en ruinas, cuando te inundas por dentro y el agua no encuentra salidas. Se me está desmoronando el corazón como un castillo de naipes y soy yo la que ha soplado.

Soy esa vela que se ahoga mientras se va derritiendo por culpa de una llama más fuerte que ella, más poderosa.

Quizás no leas esto, quizás no sepas que decir, solo quería escribir que llevo semanas queriendo llorar y parece que se me ha olvidado. Tengo el corazón húmedo y la garganta rota, pero las mejillas en alerta por sequía.

Qué más da.

Hace mucho que me di por

                                              perdida.

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